El ultimo “click” dejó una foto maravillosa

Entiendo muy poco de fotografía –como de otras muchas cosas- pero los que saben se atreven a afirmar que lo que realmente hace resplandecer una escena no es la calidad técnica, ni el enfoque, ni siquiera la luz; lo que hace embellecer la fotografía es el sentimiento, el amor que se deposita en la confección de la escena y como ésta es mirada por el autor. La calidez y el afecto. Todo ello lo sentí en un domingo pleno.

Éste último fin de semana participé de un acto de despedida tan emotivo y bello que oscilaban entre la tristeza y la alegría, entre la dura amargura y la seguridad de que no podía haber mejor “adeu”. Su último “click” reflejó una escena de síntonia emocional así como de profundo amor. No se es capaz de dejar una última fotografía tan bella si antes no has abonado el terreno tal como hacen en el Delta con el arroz.

Pude contemplar como un esposo –admirable desde mi percepción- se ocupaba y preocupaba por que la despedida fuera tal como ella hubiese deseado, por como mantenía una serenidad y un aplomo inusuales, y que gracias a ellos sus dos pequeñas hijas podían acercarse de la manera más natural posible a ello. Nos dejaba sentirle y se sentía con nosotros.
Qué gran bote para el futuro, que buena garantía para ellas de tener un padre tan generoso y que puede posponer su dolor a los momentos de soledad, para así poderlas dar lo máximo, intentando que en sea despedida sufrieran lo justo. Y que suerte para los que lo consideramos nuestro amigo.
Todo fue especialmente emotivo como ella merecía, como ella vivía –muere quien no se atreve a vivir-. Pudo despedirse quien quiso y como quiso, hablando, cantando, en silencio, con lágrimas o con una sonrisa.
Algunos tuvimos la fortuna de poder compartir más horas junto a ellos y a otros amigos y familiares, gracias al ofrecimiento siempre abundante de una pareja acogedora, que ofreció su casa, su nevera y su desbordante amor solo con el simple objetivo de que todos pudiésemos “estar”.

Que sepas que has dejado una instantánea muy hermosa. Disfruta allá donde estés.

GRACIAS

Quiero dar las gracias a todos los pacientes que habéis confiado en nosotros. Habéis compartido un trozo de vuestras vidas para que os guiaramos en vuestro crecimiento personal y eso no es nada fácil, hay que ser “valiente” para mirar bien lo que llevamos en nuestro interior y decidirse a cambiar cosas que llevamos enquistadas desde hace tiempo. Llevar a cabo una terapia supone muchas más cosas que desahogar angustias, es necesario ser conscientes de nuestra manera de pensar, de actuar y de como influimos en las cosas que nos suceden. A partir de ahí, intentar cambiar, en la medida de lo posible, aquello que nos está haciendo sufrir.

Es bonito ver la evolución entre el inicio, el transcurso y el final de una terapia. En este cambio, son protagonistas tanto la comunicación verbal como la no-verbal, y ésta última sin tener voz da muchas pistas de cómo está el paciente. En la primera visita, la mirada, la expresión del rostro, la manera de vestir y de moverse acompañan al paciente y son una muestra del sufrimiento, de la ansiedad, del desconcierto de todo aquello que está presente en ese momento de su vida. En el transcurso de sus visitas, ver cómo se van relajando estos aspectos es una muestra de que el paciente se va liberando de algunas cosas. Este aspecto se palpa en su mirada, en la relajación de su cara y en que los que habían perdido las ganas de arreglarse aparecen con un aspecto mucho más animado, con ganas de cuidarse más de lo que habían podido hacer hasta ese momento. El final de la terapia, el paciente se ve en perspectiva y aprecia los cambios que ha conseguido hasta el momento, cambios que en un principio le costaban un esfuerzo y ahora le salen de una forma mucho más natural y espontanea.
En todo este proceso nos dejais acompañaros y como sabemos que no es nada fácil os damos las gracias por llevarlo a cabo .Muchos sabéis que también nos habéis hecho sentir muchas cosas y guardamos un buen recuerdo vuestro.

De quienes saben juntar las palabras y de quienes les gusta saborear lo escrito

 

Siempre he admirado a aquellos que tienen la capacidad de poder transmitir a través de la palabra bien sea escrita o por voz lo que piensan, lo que sienten o lo que sueñan.

Recuerdo a mi padre siempre con un con hojas escritas entre las manos, en forma de libro, de revista o de periódico, nunca eran suyas -es decir él no escribia- pero si era capaz de saber leer y por tanto de alguna manera si le pertenecían. Se interesaba en especial, por lo que en la época eran publicaciones del Reader’s Digest, una especie de relatos cortos que se publicaban encadenadamente en formato como de libro de bolsillo y que además conjugaba lo novelesco con la ficción y la realidad. A mí me resultaba especialmente atractivo esta suerte de contrastes, a pesar que la mayoría de las veces fuera incapaz de poder acabar de leer ninguno de ellos, pero eso si me gustaba ver como mi padre lo hacía. Él -mi padre digo- no pasó de los estudios básicos, si es que pudo terminarlos, la época marcaba lo laboral por encima de lo educacional. Nunca me insistió en que estudiara pero si hizo lo posible para que no tuviera dudas en ello. Me enseñó a leer sin leer nunca conmigo. Algo que le agradezco y no pude agradecerle.

Todos los libros tiene algo que decir, todos los escritores -junta palabras con sabiduría- son capaces de transmitir emociones e ideas. Saber leer no es difícil, leer de verdad sintiendo, ya es más complicado. En ello tiene tanto que ver el que es capaz de hilvanar las ideas como el activo lector que a través de seguir con los ojos la ruta de las palabras puede llegar a saborear parte de lo que nuestro -mayoritariamente- desconocido comunicador es capaz de trasmitirnos.

Quisiera a través de esta nota y en posteriores poderos bien escribir sobre los junta palabras que de una u otra forma han influido en mi vida. Y no debo empezar por otro que no sea alguien especial, no solo en su manera de escribir sino por su amistad. Me resulta muy grato poder contar que conozco a un escritor al que también admiro como persona.

Tuve el afortunado placer de conocer, hace ya unos años a CARLOS PUJALTE. Pronto hicimos amistad, pronto me interese por su afición llevada a profesión y pude disfrutar con dos de sus obras publicadas “Un autor de culto” y “La vocación de Mauro”. Cercano,

divertido y creativo. Todos ellos ingredientes especialmente interesantes para disfrutar de un buen rato frente al papel. Hoy y debido quizás al carácter nómada de los escritores le he perdido la pista, espero que la vida siendo generosa – a pesar de que a veces no lo creamos- como es vuelva a unir nuestros caminos.

Su lectura se hace amena y no está exenta de reflexiones de interés. Os lo recomiendo.