OBSESIONES, COMPULSIONES Y TOC

 

“¿He cerrado bien la llave del gas? Si no lo he hecho, algo terrible puede suceder…mis hijos están en casa, no podré ayudarles. Hasta que no lo compruebe y esté segura de ello no saldré de casa”
Una idea, una imagen, un pensamiento o un impulso. Todos ellos pueden ser el contenido de lo que llamamos obsesiones, fenómenos que se instalan en nuestra cabeza, que irrumpen en la actividad mental de forma involuntaria, provocando ansiedad y malestar, llegando incluso a interferir en nuestro funcionamiento diario.

 

Pero, ¿Qué es exactamente una obsesión? ¿Qué hace la persona para intentar detenerlas?

 

Las obsesiones son fenómenos mentales que aparecen de forma reiterada y se vivencian como invasores al irrumpir en la conciencia, aunque la persona las reconoce como propias. Tienen un carácter perturbador, por lo que la persona realiza esfuerzos para evitarlas y suele resistirse a ellas, pero los intentos suelen fracasar, sintiendo una pérdida de control.

En numerosas ocasiones, estas obsesiones aparecen acompañadas de unas conductas o acciones mentales llamadas compulsiones. Éstas últimas son repetitivas, finalistas e intencionales, que tienen como objetivo reducir el malestar y la ansiedad ocasionada por la obsesión o “impedir” algún desastre anticipado que la persona cree que se producirá si no ejecuta esa acción. Las compulsiones no siempre son acciones manifiestas, sino que pueden realizarse en forma de “rituales cognitivos”, cómo rezar o repetir mentalmente una palabra un determinado número de veces.

“Paula creía que llegaría a “contaminarse o ensuciarse” de gérmenes e incluso de alguna enfermedad grave a través del contacto con ciertos objetos y en ciertas situaciones. Tocar el pomo de la puerta de casa le generaba una ansiedad insoportable. Esta idea le preocupaba tanto que tenía la necesidad de lavarse compulsivamente manos y brazos durante más de 3 horas seguidas”

El contenido de las obsesiones varía de una persona a otra. Lo mismo sucede con las compulsiones, que pueden incluir pautas de acción específicas o secuencias que si no se cumplen estrictamente se vuelven a iniciar, o acciones simples, siempre con el objeto de reducir la ansiedad. La obsesión y la compulsión aparecen juntas como una relación funcional, pero a veces también aparecen separadas.

Los tipos más comunes de TOC (relacionados con su ritual) son:

 

Descripción Ejemplo
Limpieza   Contaminación, a través de objetos o en determinadas situaciones, que crea una fuerte sensación de suciedad. Lavarse las manos repetidamente o limpiar la casa a fondo durante horas.
Simetría y orden    Ordenar objetos según pautas estrictas. Ropa o libros ordenados según el color o evitar pisar las rayas de los pasos de cebra.
Verificación Inspeccionar objetos de manera excesiva para evitar que alguna catástrofe pueda suceder   Revisar que los cables estén desenchufados o las ventanas cerradas, de manera repetitiva y durante horas, ante la posible entrada de ladrones.
Acumulación     Recoger objetos sin valor de los que no pueden desprenderse por si los necesitan en un futuro.    Recoger objetos inservibles de la calle, tales como revistas o periódicos antiguos, por si en algún momento necesitan consultar un determinado artículo.
Repetición   Acciones repetitivas para impedir que su pensamiento se convierta en realidad. Tocar varias veces el suelo de la cocina ante la idea de que un incendio puede producirse.
Ritualización mental        Compulsiones mentales, internas, para contrarrestar la ansiedad que produce la obsesión. Repetir varias veces el número 5 o una palabra concreta en un cierto lapso de tiempo, por ejemplo, durante 3 minutos.

 

 

 

¿Entonces que diferencia a las obsesiones del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)?

 

No por experimentar un fenómeno obsesivo puede decirse que alguien tiene TOC. Para que alguien reciba este diagnóstico, la persona debe presentar algunas de las características recogidas en el Manual DSM IV TR, entre las cuales se encuentran el reconocimiento del carácter irracional y exagerado de sus obsesiones y/o compulsiones, la interferencia significativa en su vida laboral y/o social, o si representa una pérdida de tiempo importante a lo largo del día (implica más de una 1h diaria).

 

¿Cómo se explican estos fenómenos?

 

Existen diferentes hipótesis y modelos explicativos sobre su origen.

Desde modelos biológicos, se postulan algunas anormalidades en los ganglios basales y en el lóbulo frontal, así como también una desregulación en diferentes neurotransmisores como la serotonina y la dopamina.

En cuanto a la contribución hereditaria, los estudios no son del todo claros; se ha descubierto que los familiares de una persona con síntomas Obsesivo-Compulsivos tienen mayor probabilidad de presentar síntomas ansiosos o depresivos, pero no el mismo trastorno.

Otros modelos explicarían el porqué de la emergencia de este trastorno a finales de la adolescencia y principios de la edad adulta. Se postula que el aumento de las responsabilidades propias de esa edad conlleva a su vez una mayor probabilidad de cometer errores, cuyas consecuencias pueden ser importantes. Si además, las posibles consecuencias negativas se exageran, aumenta la probabilidad de sufrir síntomas obsesivos en aquellas personas que estarían ciertamente predispuestas.

Dos de los modelos cognitivos con mayor validación empírica para explicar el porqué de las obsesiones son el Modelo de Salkovskis y el Modelo de Rachman. Para Salkovskis, la persona que posee creencias de Responsabilidad Excesiva está predispuesta a interpretar de manera disfuncional los pensamientos obsesivos; la persona cree que puede influir en la ocurrencia y prevención de sucesos negativos a través de la realización de las compulsiones. Desde el Modelo de Rachman, es la interpretación catastrófica de las obsesiones lo que inicia el trastorno, viéndose a sí mismo el paciente como responsable de sus pensamientos y por lo tanto, de neutralizarlos mediante las compulsiones.

 

¿Cómo puedo frenar estos fenómenos?

 

Existen diferentes técnicas que han demostrado su eficacia frente a este trastorno.

Las técnicas de exposición junto con las técnicas de prevención de respuesta son las que han dado mejores resultados. Las primeras tienen como finalidad reducir la ansiedad y el malestar relacionado con las obsesiones exponiendo a la persona a esos “miedos” que le impiden avanzar. Las segundas, dirigidas a la compulsión, tratan de impedir que el paciente lleve a cabo el ritual ante la situación que lo elicita, al mismo tiempo que se previene la evitación. Es importante destacar que primero desaparecen los rituales o compulsiones y posteriormente las obsesiones.

Estas técnicas tienen como objetivo la comprobación por parte de la persona de que aquello que teme no ocurre y de que la no realización de la compulsión no conlleva la consecuencia negativa que esperaba.

Técnicas cognitivas como el Entrenamiento en Autoinstrucciones, la Terapia Racional Emotiva (TRE) o la Terapia Cognitiva de Beck, han mostrado también su eficacia por separado y complementadas con las técnicas conductuales. Estas técnicas intervienen en la identificación y evaluación de los pensamientos distorsionados que aparecen en el TOC. A partir de la detección de esas distorsiones cognitivas, la persona genera otros pensamientos más adaptativos y funcionales, que pondrá en marcha y le permitirán comprobar la irracionalidad de sus pensamientos anteriores, viendo así disminuida su ansiedad.

Las obsesiones son fenómenos que en mayor o en menor grado todos hemos experimentado, ya sea con una idea a la que le damos vueltas sin parar o con un miedo transitorio a perder el control. Estas suelen desvanecerse y desaparecer con el tiempo, pero cuando se instalan y adquieren un significado importante para la persona, la lucha contra la obsesión refuerza a la vez su carácter persistente, requiriendo en algunos casos una intervención psicológica para reestablecer la estabilidad social, laboral, familiar y emocional que se ha visto afectada.