APRENDIENDO A DECIR QUE NO
Aprendiendo a decir que NO
Saber decir que SÍ es tan importante como saber decir que NO. A veces, atender a las peticiones y necesidades de los demás, dejando a un lado lo que en realidad nosotros deseamos, se convierte en un grave error que puede provocarnos malestar y un cierto desajuste emocional.
Asociamos la palabra “no” al rechazo, al fracaso personal, al egoísmo más absoluto. Pero aprender a negarse de una manera apropiada es una de las llaves que abre la puerta al respeto, a la confianza y a la seguridad en uno mismo.
ME CUESTA DECIR QUE NO
¿Por qué nos cuesta tanto dar un NO?
“Voy a quedar mal”, “Seguro que piensan que es una excusa”, “Si digo que no a la cena, no me invitaran la próxima vez”. Probablemente alguna vez has tenido pensamientos parecidos en contextos similares. Situaciones en las que, por miedo a que la persona que tenemos enfrente reaccione mal ante nuestra negativa, acabamos diciendo que sí y comprometiéndonos a algo que no nos apetece hacer en ese momento o con lo que no estamos de acuerdo.
Nos cuesta negarnos principalmente por….
Existe la falsa creencia de que si mostramos de acuerdo con lo que la otra persona nos propone, seremos aceptados con mayor facilidad, cuando lo cierto es que, aquellas personas que saben decir que “no” son más respetadas y apreciadas que aquellas que muestran un comportamiento influenciable y fácil de dominar, dispuestas a hacer aquello que se les pide que hagan.
LA IMPORTANCIA DE UN “NO”
Cuando dices que no de forma apropiada, estás mostrando respeto y valor hacia ti mismo y hacia los demás. La asertividad es una habilidad que permite expresar los sentimientos, las ideas y las emociones que tenemos de una manera libre y sin sentirnos culpables por ello, teniendo en cuenta a los demás pero sobre todo, poniendo el foco en las necesidades y los deseos de uno mismo.
“Recuerda que tus necesidades son tan importantes como las de los demás”
Decir que “no” es sano, ya que nos permite establecer nuestros propios límites y por lo tanto, hacer saber a los demás qué cosas estamos dispuestos hacer y qué cosas no. Es un reflejo de poder de decisión y autonomía, de una buena autoestima.
Aprender a decir que no es un indicador de éxito en nuestras relaciones interpersonales, ya que los demás te verán como una persona auténtica, con criterio propio y segura de sí misma.
CÓMO DECIR QUE NO
“Lo siento, pero no te voy a poder prestar dinero”, “Mejor otro día, hoy prefiero descansar”, “Puede ser que tengas razón en lo que dices, pero no opino lo mismo”, son algunos ejemplos de frases asertivas que expresan el derecho a negarse, siempre respetando al interlocutor.
“Saber decir que no implica autenticidad”
Decir que “no” puede ser difícil. Es una habilidad, y como tal, puede ser aprendida y puesta en práctica. Algunas técnicas y cualidades son:
– Ser sincero: decir una mentira o inventarse una excusa no es la solución. Es mejor decir la verdad, dando nuestra verdadera razón sin necesidad de entrar en detalles.
-Disco rayado: técnica que consiste en repetir nuestro punto de vista sin entrar en discusiones ni provocaciones. “Entiendo lo que me dices, pero ahora no me interesa…comprendo, pero por ahora no”.
– Banco de niebla: reconocer la parte de verdad que tiene la otra persona, pero manteniéndonos firmes en nuestra postura. “Es posible que tengas razón y me haya equivocado, pero yo no lo veo así…”
– Correcta comunicación no verbal: mantener el contacto visual, utilizar un correcto tono/volumen de voz y mostrarse con naturalidad.
-Tolerancia a la crítica: nuestra negativa puede no gustar a todos. Lo importante es que nosotros mismos estemos de acuerdo con nuestra decisión y nos mantengamos firmes si pensamos que es lo mejor.
La clave es aprender a decir que NO, sin que esto cause un impacto negativo ni en nosotros mismos ni en los demás. Decir que no es un derecho que tenemos, y como tal, debe ser ejercido cuando así lo creamos oportuno. Tanto dar como recibir una negativa debe de ser visto como un acto de sinceridad y autenticidad en las relaciones sociales, como una manera de dar prioridad y defender lo que uno quiere sin necesidad de sentirse culpable por ello.