LOS HIJOS DIFICILES ( II PARTE)
En el artículo anterior, comentaba el comportamiento inadecuado de determinados adolescentes, generalmente de clase media, quienes aun teniendo todos los bienes materiales al alcance , no son felices y se dedican a destruir la felicidad de sus familiares y allegados, arrastrando tras de sí, cursos inacabados sin obtener ninguna titulación, expulsiones, burlas hacia compañeros de clase, y en algunas ocasiones bulling, maltrato a los profesores, y en el ámbito doméstico, maltrato a los padres en forma de exigencias ilimitadas e irreales, agresividad verbal y física hacia los miembros de la familia que consideran mas débiles (madres y hermanas menores).
Si bien es cierto que existe una predisposición genética (es un modo de explicar porqué sucede en determinados hermanos y en otros no), y descartando patologías asociadas a un Trastorno de Personalidad, básicamente, se trata de un factor educacional. Con ello, no pretendo culpabilizar más a unos padres, cansados de sentir en todos los ámbitos, que no han sido capaces de educar correctamente a sus hijos, sino atajar desde el principio un problema que se está convirtiendo en una verdadera lacra social, provocando no solo pérdidas económicas sino, y lo mas importante, pérdidas sociales (entendiendo el concepto como pérdida de la capacidad de vivir la vida y los sentimientos plenamente, asertivamente, sin dañar al prójimo, disfrutando del momento, y con los recursos disponibles).
Es muy difícil educar a un hijo, dentro de unos valores cuando la propia sociedad que nos rodea, carece de ellos y utiliza la doble moralidad; no hay valores, pero los exige. Vivimos inmersos en un consumismo feroz, donde el no estar y tener lo último de lo último conlleva degradación, y sentimiento de no pertenencia al grupo. Para evitar que los hijos se sientan de este modo, los padres dan, simplemente dan sin valorar si es o no adecuado ni el coste emocional ni físico que conlleva. Dan, antes que el niño perciba la necesidad de tener. Dan aun cuando el niño no pida. Dan para que el niño no se sienta diferente de los demás. Por ejemplo: a un niño de 5 años, no se le puede llevar a un supermercado, y pedirle que decida que es lo que quiere para merendar, ni premiarlo con un juguete, que él mismo escoge porque se ha portado bien en clase, ni permitir la falta de responsabilidad en tareas domésticas, cuando es capaz de manejarse perfectamente bien con un ordenador y demás juegos electrónicos.
Desde muy pequeños los niños deben saber que la vida comporta derechos y deberes (no solo derechos), y que la responsabilidad forma parte de este entramado, el hacer cumplir las obligaciones responsablemente, no significa no quererlos, sino darles herramientas para que en un futuro próximo puedan vivir su vida libremente.
Los niños, que al llegar a la adolescencia, se les diagnostica Síndrome del Emperador, no son niños felices, solo han aprendido a sembrar el terror por donde pasan y a exigir, no entienden que sus actos desprenden consecuencias, y que a corto plazo, todo revierte negativamente hacia ellos mismos, en el fondo son niños solos, que no saben hacer mas que lo que se les ha enseñado: Pedir desmesuradamente, para no obtener nada provechoso, y frustrarse delante de la negativa sin saber encontrar alternativas. En un momento de su vida, son conscientes de su propio fracaso, y si son fuertes y pueden, rectifican, pero mayoritariamente, se hunden, carecen de las herramientas necesarias para la vida, naufragan en su propio fracaso y, como no, continúan culpando a sus padres, ahora, por no haberles dado la llave mágica para no sufrir.
La educación de los hijos es una de la tareas mas difíciles que nos toca hacer a los padres, buscar el punto justo y equilibrado y enseñarles a vivir con dignidad en un mundo demasiado cambiante y a la deriva, es la meta definitiva.