EL AMOR A CONSULTA
En la actualidad el 40% de los pacientes que me piden consulta lo hacen por motivos relacionados con el amor. Por tanto he de considerarlo un tema de preocupación. Asistí recientemente a un seminario sobre las relaciones de pareja y su complejidad, impartido por Walter Riso –con mucho acierto y humor-, autor de diferentes libros sobre el amor de pareja “Ama y no sufras”, “Los límites del amor”, “Amores altamente peligrosos”, éste, elevaba al 50% los casos que él visitaba.
Cuando hablo de amor lo estoy haciendo desde la vertiente del amor de pareja, dejo para otra ocasión el amor paterno-filial o los amores relacionados con objetos-aficiones o trabajos.
Se consulta por desavenencias con la pareja, por duelos no resueltos, frente a la perdida de una relación, por cuestiones sexuales, por enamoramiento, por desenamoramiento, por infidelidades, por dudas… es una realidad cada vez mayor, no que el amor esté en crisis sino que el amor cada vez nos preocupa más, que cada vez sentimos que es más importante para nuestras vidas y que somos conscientes de ello. Igual que no nos cuestionamos que debemos ir al traumatólogo cuando nos rompemos un brazo pues deberíamos ir a un experto cuando se resquebrajan nuestros afectos, ¿no os parece?.
De esta conflictividad se derivan diferentes cuadros clínicos que presentan una sintomatología que llevan a la persona que sufre a acudir a la consulta del psiquiatra, y como inexcusable consecuencia de ello, a iniciar un tratamiento psicofarmacológico que pretende frenar un cuadro de ansiedad o aliviar un estado de ánimo deprimido, cuando lo que debería ponerse en tratamiento es el amor o su relación con él.
Parece sencillo, pero no lo es, cuando definimos el amor…cuantas cosas nos pueden venir a la cabeza, me permito utilizar un párrafo del libro “Ama y no sufras” ¿Qué queremos decir cuando hablamos de amor o cuando decimos que estamos enamorados? Utilizamos como sinónimos de amor un sinnúmero de palabras que no significan lo mismo: pasión, ternura, amistad, erotismo, apego, compasión, deseo… para algunos amar es sentir pasión, para otros amor y amistad son la misma cosa y no pocos asocian el amor a la compasión o a la entrega total y desinteresada”. Cada uno de los que lean este artículo podrá reflexionar acerca de lo que para él es sentir amor (no estar enamorado) y por tanto entenderíamos que hay amor si hay gente que ama; pero para no dejarlo todo en manos de la duda seguiré apropiándome de la terminología de Riso, la cual me parece muy clarificadora.
Salvo excepciones, todos hemos estado o estamos expuestos a posibles afectaciones. El amor no es un objeto que se adquiere o se pierde, no se consigue por sólo desearlo, hay que trabajarlo y disfrutarlo, en ocasiones se puede perder, pero también recuperar.
Riso nos plantea tres reflexiones en la evaluación de nuestra relación de pareja cuando sentimos que esta no va bien: ¿Cuál es la manera de amar de mi pareja?, ¿Cuál es mi manera de amar?, ¿hasta dónde podemos estar juntos sin hacernos daño?
Reflexionar acerca de por qué amamos resulta en apariencia sencillo, pero yo creo que es profundamente complejo. Creo que es un esfuerzo al que deberíamos someternos cada cierto tiempo. Interiorizar en nuestra mente para saber. Seguro que a todos se nos ocurren más preguntas que hacernos acerca del amor, ¡háztelas!, no vas a perder nada. Todo lo contrario, las personas somos capaces de cambiar el rumbo de nuestras vidas, de mejorarlas, de potenciarlas…por qué dejarlo todo al azar, a la suerte…o lo que es peor al tiempo. Mis pacientes a veces me dicen con el tiempo todo cambiará, yo suelo decirles “el tiempo sólo nos hace más viejos”.
Dicen que mejor solo que mal acompañado.
El amor ideal existe en las películas, y seguro que también para algunos pocos(as) afortunados(as).
La mayoría pasamos del enamoramiento al desengaño, en un tiempo más o menos corto (o largo).