De quienes saben juntar las palabras y de quienes les gusta saborear lo escrito
Siempre he admirado a aquellos que tienen la capacidad de poder transmitir a través de la palabra bien sea escrita o por voz lo que piensan, lo que sienten o lo que sueñan.
Recuerdo a mi padre siempre con un con hojas escritas entre las manos, en forma de libro, de revista o de periódico, nunca eran suyas -es decir él no escribia- pero si era capaz de saber leer y por tanto de alguna manera si le pertenecían. Se interesaba en especial, por lo que en la época eran publicaciones del Reader’s Digest, una especie de relatos cortos que se publicaban encadenadamente en formato como de libro de bolsillo y que además conjugaba lo novelesco con la ficción y la realidad. A mí me resultaba especialmente atractivo esta suerte de contrastes, a pesar que la mayoría de las veces fuera incapaz de poder acabar de leer ninguno de ellos, pero eso si me gustaba ver como mi padre lo hacía. Él -mi padre digo- no pasó de los estudios básicos, si es que pudo terminarlos, la época marcaba lo laboral por encima de lo educacional. Nunca me insistió en que estudiara pero si hizo lo posible para que no tuviera dudas en ello. Me enseñó a leer sin leer nunca conmigo. Algo que le agradezco y no pude agradecerle.
Todos los libros tiene algo que decir, todos los escritores -junta palabras con sabiduría- son capaces de transmitir emociones e ideas. Saber leer no es difícil, leer de verdad sintiendo, ya es más complicado. En ello tiene tanto que ver el que es capaz de hilvanar las ideas como el activo lector que a través de seguir con los ojos la ruta de las palabras puede llegar a saborear parte de lo que nuestro -mayoritariamente- desconocido comunicador es capaz de trasmitirnos.
Quisiera a través de esta nota y en posteriores poderos bien escribir sobre los junta palabras que de una u otra forma han influido en mi vida. Y no debo empezar por otro que no sea alguien especial, no solo en su manera de escribir sino por su amistad. Me resulta muy grato poder contar que conozco a un escritor al que también admiro como persona.
Tuve el afortunado placer de conocer, hace ya unos años a CARLOS PUJALTE. Pronto hicimos amistad, pronto me interese por su afición llevada a profesión y pude disfrutar con dos de sus obras publicadas “Un autor de culto” y “La vocación de Mauro”. Cercano,
divertido y creativo. Todos ellos ingredientes especialmente interesantes para disfrutar de un buen rato frente al papel. Hoy y debido quizás al carácter nómada de los escritores le he perdido la pista, espero que la vida siendo generosa – a pesar de que a veces no lo creamos- como es vuelva a unir nuestros caminos.
Su lectura se hace amena y no está exenta de reflexiones de interés. Os lo recomiendo.