Crecemos

 

Oxigeno. Un elemento esencial sin el cual la vida no existiría. Agua. El mayor componente del ser  humano, aproximadamente en un 70%, imprescindible para el funcionamiento del cuerpo y la mente. El sol, palabras mayores ¿no?, permite entre otras nimiedades que la vida en este planeta exista, ah  y también nos calienta, evapora el agua, hacer crecer la vegetación, vaya que la estrellita tiene su qué.

 

09-the-look-of-love1 (Ya sabes, si te apetece pulsa)

Podría seguir pero no quiero aburriros. Solo quiero reflejar lo substancial que a veces resultan cosas que creemos sin importancia, están ahí, no pensamos que podrían no estar, no las echamos de menos cuando las tenemos,  pero sin ellas nada de lo que amamos, necesitamos o deseamos sobreviviría.

Paradigmático. Crucial. Sí, todo ello.

Las personas evolucionan, cambian. A lo que nos hemos acostumbrado nos resulta imposible soltarnos –pues si ya está bien, para que cambiar-. Realmente está bien o simplemente está. Yo me considero un ingenuo, no un ingenuo existencial, simplemente un soñador de proyectos sin fin; me equivocaba, no hay inicio que no tenga su fin. Y también erraba en pensar que el fin era el “acabose”. Nada acaba, todo se reconduce, se reconstruye, revive, renace, nos reilusiona…la vida con todos sus elementos nos impide no disfrutarla. Gracias.

Yo me siento afortunado. Los componentes de Grup 7 Psicòlegs, nos sentimos afortunados. Porque elementos imprescindibles para la subsistencia se han acoplado a nuestro proyecto. Profesionalidad, variedad, compenetración y una dosis de ilusoafinidad me permiten escribir y presentaros a un nuevo equipo de colaboradores.

Los que nos sois fieles en nuestra web – os agradecemos a todos vosotros y desde todos los lugares del planeta, España, México, Argentina, Francia, Suiza…no acabaría, que consultéis y os intereséis, y os animamos a participar lo más abiertamente que queráis- habréis seguido los cambios en este proyecto inicial de Grup 7, hoy creo poder decir que ese mismo espíritu de –GAMS- vuelve a existir.  

Nos sentimos contentos de presentar como colaboradores de Grup 7 Psicòlegs y por tanto componentes de un proyecto basado en el compromiso de calidad profesional y de atención comprometida a los problemas psicológicos  -sello de Grup 7- a las recientes incorporaciones de las que ya habréis podido leer.

Definirlos individualmente me ocuparía demasiado, su expediente curricular  también es extenso, pero me quedo con la calidad humana que nos están ofreciendo.  Roser Rodríguez–Psicóloga Clínica, experta en EMDR, comprometida, apasionada  y entusiasta-, Marga Lalande –Psicologa Clínica col 47, formadora, educadora y profesional-, Montserrat Baró –Psicóloga Clínica y logopeda, eficiente y práctica-, Ana González–Psico-oncóloga, ilusionada y con futuro. A todas ellas simplemente pedirles que continúen ofreciendo lo que nos dan, que mantengan las ganas y la ilusión, y que sientan que igual que los componentes básicos que mencionaba al inicio de mi artículo son más necesarias de lo que ellas mismas saben.

Los proyectos se crean, se forman y se diseñan por que las personas los hacen posibles.   

 

Todo el día acompañados y a la vez solos

 

            Resulta complicado entenderlo, incluso para los que nos dedicamos a ello. La práctica de la psicología clínica,  la psicoterapia o cualquier tratamiento psicológico conlleva esa extraña paradoja de estar solo en compañía.

            Estamos toda nuestra jornada profesional hablando y acompañados de personas y a la vez estamos solos.

  04-frim-fram-sauce (acompaña el articulo con un poco de musica, si quieres)

 Es cierto que tenemos nuestros supervisores, que hay psicólogos con más experiencia que nos aconsejan, ellos nos dan su opinión, nos orientan, aunque la decisión final es nuestra, nos comprometemos y decimos, actuamos y orientamos… en ocasiones nos equivocamos…en otras rotundamente acertamos. Hacemos reuniones clínicas en grupo, aportamos nuestra visión de casos para que otros compañeros y nosotros mismos podamos absorber experiencias. Nos reciclamos, hacemos formación continuada, es decir nunca dejamos de leer de escuchar de aprender, es una profesión en continuo cambio donde todo no está inventado pero que debemos tener el respeto suficiente como para no ser atrevidos inventores.

 

En el día a día, me  enfrento a problemas de los demás en los que me implico, sufro, me emociono. En buena parte de ellos mi experiencia profesional me orienta hacia las alternativas terapéuticas que llevan a resolver la traba planteada, pero no siempre es así –afortunadamente diría-. En algunos casos siento que no sé qué hacer, quiero ayudarles, pero no tengo todos los recursos que quisiera, y además en ese momento la persona que está frente a ti suele pedirte que seas tú quien le ayude a resolver lo que le ocurre. 

La omnipotencia terapéutica no es un fin es una realidad, somos personas en la extensión más llana de la palabra, que nos dedicamos a una profesión que para algunos –diría yo asustadizos de pasar por el proceso- sólo nos dedicamos a hablar o en el peor de los casos ni eso, sólo escuchamos – ¡como si eso fuera fácil! -. El otro día tuve una conversación muy refrescante con uno de los componentes de mi equipo,  que con su aplomo habitual y su perspectiva dinámica me trasladaba con gran habilidad la reflexión sobre que sólo somos el vehículo, que nosotros no somos los que debemos hacernos cargo de los problemas de los pacientes, son ellos con nuestra ayuda los que resolverán lo que les preocupa. Pero llegábamos también a la conclusión que resulta difícil abstraerte totalmente de que sí que formas parte de ese proceso curativo.

 

En nuestro trabajo nos apoyamos en los recursos técnicos, experienciales y personales que poseemos con el único objetivo de acercar al paciente a un equilibrio emocional y personal. La felicidad no es estándar, no todos deseamos lo mismo y nuestro deber es saber leerlo y ayudar a la obtención de esa felicidad individualizada. Pero no podemos ir más allá, cumplimos nuestra función de corresponsabilidad con el paciente pero sabiendo donde están nuestros límites.

 

            Buena parte de mi labor terapéutica se realiza en un espacio que considero agradable y frente a personas a las que acabo apreciando. No es una percepción única muchos de mis colegas sienten esa misma implicación. Los psicólogos no somos especiales, cualquiera puede serlo, cualquiera que lo quiera ser y sea capaz de poder empatizar, desdoblarse y ver el mundo desde los ojos de la persona que tiene delante. No quedarse atrapado en esa visión y con la capacidad de poder dar alternativas a quien tiene delante. Ello nos lleva en ocasiones a saltarnos el protocolo. Me reconforta saber que hay colegas que son valientes y sin perder su profesionalidad son capaces de tomar decisiones que van más allá del seting terapéutico, se permeabilizan con el dolor de sus pacientes y  son capaces de acercarse en una situación tan dramática como la muerte por autólisis para corresponsabilizarse con la pareja y apoyar, ir hasta su casa y decir yo también lo siento y estoy aquí. Todo no pasa por nosotros, ni siquiera, en ocasiones puede evitarse. No nos rendimos, no decimos no se puede hacer nada, lo intentamos, no siempre podemos.

 

            La realidad es que tomamos decisiones, ir a visitar a nuestros pacientes cuando están ingresados, cuando estos no han querido ser ingresados y nos ven como los que les hemos traicionado…solo les queremos ayudar, y eso conlleva tomar decisiones a veces contrarias a los deseos del paciente.  Hemos hecho visitas a domicilio, por teléfono, implicando a parejas familiares…contactamos con psiquiatras, naturópatas y otras hierbas con la intención de acercarnos más a la visión del paciente o a encontrar claves para iluminar alguno de los caminos que aún no vemos.

           

 

            Mi profesión es atractiva, muy gratificante, también es estresante, difícil y en ocasiones angustiante, no tenemos la piel de un elefante y nos sensibilizamos con el dolor, otra cosa sería contraria a la labor terapéutica.

 

            Quizás para todo ello y desde la perspectiva clínica privada sea inevitable pasar parte del proceso en soledad, pero y quizás después de releerlo también siento que debemos hacerlo así, somos el filtro que tamiza lo que el paciente no puede, la brújula que lo orienta y por tanto no rehuyó el proceso, lo disfruto. Agradezco a mis pacientes que me permitan sentir la soledad para acompañarles.

La atención psicológica en el cáncer

 

Cuando una persona recibe un diagnóstico de cáncer sucede un cambio importante en su vida. Es frecuente que aparezcan diferentes emociones, preguntas que modifiquen el estado de ánimo del paciente. También supone enfrentarse a tratamientos que pueden afectar a la persona en distintos niveles: en sus actividades de la vida diaria, en el estado físico, a nivel emocional…

 

En estos momentos es útil conocer que la situación por la que se pasa es normal, que es habitual pasar por diferentes etapas,  que los sentimientos que se tienen muchas personas los han tenido e intentar compartir los cambios, las emociones y la situación con las personas en que se tiene mayor confianza.

 

Sin embargo, a veces la tristeza, la incertidumbre, los miedos y dudas son abundantes. En estos momentos solicitar apoyo psicológico puede ser de gran ayuda, ya que sin duda irá encaminado a mejorar la calidad de vida.

 

Un psicólogo especialista en oncología (o psico-oncólogo) es aquel que ha recibido formación especializada en cáncer y se ocupa de prestar atención psicológica al paciente y familiares afectados. El tratamiento se centrará en la problemática y necesidad específica e individual, intentando mostrarle diferentes estrategias y actitudes que ayudarán al paciente a afrontar situaciones difíciles, a manejar emociones desagradables, a aprender a exteriorizar el malestar y a mejorar la comunicación con el médico o familiar sobre la enfermedad.

 

Familiares y amigos

 

En muchas ocasiones, el cáncer afecta a las personas que están alrededor del paciente. Es posible que familiares o amigos se sientan mal y deseen ayudar a la persona querida. El apoyo emocional del entorno es positivo para la enfermedad. Escuchar, compartir, dejarle expresar tristeza o miedo, ofrecer ayuda en recados, visitarle, el contacto físico… pueden ser maneras muy útiles de apoyar al enfermo.

 

Igual de importante es cuidarse uno mismo para poder cuidar. Si se siente que la situación provoca un gran malestar, si se necesita orientación o ayuda para tomar una decisión o para comunicarse con el enfermo, el apoyo psicológico puede ser muy útil.

 

No es necesario sentir que la situación nos desborda para solicitar ayuda.

 

 

MI PRIMERA SESIÓN DE TERAPIA

 

El otro día con mis compañeros de trabajo salió el tema de nuestro primer paciente y ha pasado ya un tiempo pero me acordaba de las sensaciones que tuve aquel día.

Me preparé la visita días antes, escribiéndome todas las preguntas que haría y casi estudiándomela para no tener ningún momento fuera de control. Me acuerdo de la sensación de cosquilleo en el estomago, de esos nervios que te entran cuando te enfrentas a un reto que son una mezcla de miedo y alegría. Agradezco el apoyo de mis compañeros que desde la experiencia de los años me tranquilizaban, ellos ya hacía tiempo que habían pasado por su primera visita y sabían lo que se sentía.

Antes de ver al paciente, pedía al destino que no fuera mucho más mayor que yo. En aquella época, yo tenía 24 años y hacia menos de un año que había acabado la carrera,  la edad y la inexperiencia eran un cocktail de inseguridad. Muchas veces escuchas que la persona que pide hora quiere una persona que tenga experiencia y claro eso se consigue con el tiempo. Yo sólo había visto pacientes en las prácticas de la carrera pero algún día tiene que ser el primero.

Entre mis inquietudes estaban ¿ qué me explicará? ¿ qué le pasará? ¿no será nada grave? ¿ cómo le podré ayudar? ¿ se me notará que es mi primera visita? Y así entre a mi primera visita con mis 24 años y con todas estas preguntas en mi cabeza. En la carrera, te habían enseñado muchas cosas, algunas útiles y otras no, pero para nada sabes realmente lo que tienes que hacer, igual que con la mayoría de carreras.

Afortunadamente mi primer paciente tenía sólo un par de años más que yo, recuerdo más los nervios de antes y todo lo que me imaginaba (como suele pasar con todo lo que nos angustia ) que el global de la visita. Tengo la sensación de acabar la visita más tranquila de lo que yo pensaba y de que el guión que con tanto empeño había preparado sólo lo utilice a medias, pero la sensación fue positiva.  Si que quería que se llevara algo de la sesión, nosotros no damos medicación con lo cual era como que se lleve algo para que pueda empezar a practicar alguna técnica que le sirva. En el fondo, era más mi percepción de darle algo para quedarme yo tranquila.

 Además mi primer paciente vino a finales de Julio de ese año y no  volvería hasta Septiembre. Le di hora y volvieron las dudas ¿volverá después del verano? ¿ le habrá ido bien la visita? ¿ se me habrá notado mi inexperiencia? … Pasaron las vacaciones y volvió a su cita y siguió el tratamiento. Mis nervios fueron disminuyendo, tuvimos muy buena conexión y fuimos superando obstáculos, ella en su vida y yo en mi práctica terapéutica ( y aún quedan muchos que superar …).

Fue un tratamiento bonito, le guardo un gran recuerdo. Ella no supo que fue mi primer paciente tampoco sé si se notaron todas estas sensaciones (supongo que sí). Ahora pasado el tiempo, recuerdo con mucho cariño esta vivencia y siento que con mi primer paciente aprendí muchas cosas y que cada terapia es un nuevo reto.

Esta reflexión se la dedico a ella por haber confiado en mí.

Gracias.

 

¿Qué es la EMDR?-III. Trauma psicológico y tratamiento.

¿Qué ocurre a nivel psicológico en el trauma?

 

            En situaciones traumáticas es frecuente que la persona presente numerosas creencias negativas en torno a esta experiencia, tales como culpabilidad, responsabilidad con respecto a la posibilidad de control y a la imposibilidad de defenderse.

            En una situación normal, las creencias negativas son comparadas con las creencias posibles de las que todos disponemos dando una solución adaptativa más adecuada a la realidad, y todo esto es posible gracias al sistema natural adaptativo de procesamiento de la realidad.

            Cuando un trauma da lugar a un cuadro clínico como el trastorno de estrés postraumático, parecería que este sistema de procesamiento de la información sería inactivado por el trauma de tal forma que la información percibida en el incidente quedaría congelada sin poder ser comparada con las otras creencias de las que disponemos. De este modo, las imágenes, las emociones, las sensaciones y las creencias que se originan en ese momento perdurarán sin cambios a lo largo de la vida de la persona. Cuando recordamos episodios de nuestra vida no traumáticos estos recuerdos van cambiando en función de los años que van pasando, vamos reescribiendo nuestra propia historia de forma inconsciente.

 

¿Cómo actúa EMDR?

 

            A través de la estimulación sensorial bilateral (movimientos oculares; tapping o sonidos alternados), el EMDR estimula el sistema de procesamiento adaptativo de la información permitiendo la comparación rápida de las creencias negativas producto del trauma con las creencias positivas que casi todos poseemos consiguiendo resolver de forma realista y adaptativa del episodio traumático. Se integra así la experiencia convirtiéndose en un recuerdo sin carga negativa que permitirá a la persona avanzar y resolver el problema.

            Parece ser que gracias a la estimulación bilateral se facilitaría el intercambio de información entre los dos hemisferios cerebrales a gran velocidad de manera que los recuerdos, creencias y emociones negativas que se almacenan en nuestro hemisferio derecho se intercambian con las creencias positivas y los recursos que se almacenan en el hemisferio izquierdo de tal forma que, al final, se consigue una interpretación más realista y equilibrada del tema.

            Al producirse una desensibilización, esto es, una disminución significativa de la intensidad de las emociones y de las sensaciones corporales asociadas, además del reprocesamiento de la información, como los cambios en las creencias y en las conductas, se va consiguiendo un cambio en la identidad del individuo, produciéndose un incremento de la autoestima y de la sensación de dominio frente a la vida.

 

            Esta técnica aporta algo muy interesante y es la rapidez con la que se llegan a conseguir cambios significativos a problemas que desde la psicoterapia tardábamos años en conseguirlo. Con EMDR los tiempos se reducen drásticamente. Estamos hablando de pocos meses y a veces de pocas sesiones.

 

Elementos del tratamiento EMDR

 

Partimos de un protocolo básico de actuación que contiene los siguientes elementos:

 

1.     Una imagen o recuerdo del peor momento o el más representativo del trauma o del episodio. Este recuerdo se utilizará como diana para mantener la atención del paciente.

2.     La opinión o pensamiento negativo que se ha construido sobre uno mismo a partir del episodio y que acompaña al recuerdo. Es la creencia negativa. Por ejemplo: “soy culpable”, “soy incapaz”, “soy débil”, “no valgo nada”, etc.

3.     El pensamiento positivo o deseado que quisiera tener uno mismo en relación con el tema. Por ejemplo: “hice lo que pude”, “soy capaz”, “puedo enfrentarme a ello”, “soy una persona válida”, etc

4.     Se registra la emoción que surge al pensar en el suceso traumático y en dónde se siente a nivel corporal.

 

Con toda esta información registrada se inicia la estimulación bilateral.

            Durante la terapia, los sentimientos pueden intensificarse brevemente, y, a veces, emerger antes de alejarse o desaparecer totalmente. Pueden surgir recuerdos nuevos y pueden encadenarse con viejos recuerdos que se intensifican o aparecen con más detalle, y las creencias acerca de uno mismo o el mundo, basadas en interpretaciones erróneas de experiencias pasadas, van cambiando de forma paulatina hacia el final de la sesión, o de una serie de sesiones.

 

            A pesar de su gran efectividad, EMDR no es la panacea, y no es igualmente efectiva con todos los pacientes. Para cada paciente y cada problema, el abordaje requerido y el resultado obtenido difiere sustancialmente, y en muchas ocasiones, es importante que forme parte de un abordaje terapéutico más amplio que incluya más técnicas. Sin embargo, al ubicar el pasado donde le corresponde liberamos el presente y podemos avanzar y afrontar el futuro.

            EMDR estimula nuestra capacidad de autocuración, como cuando al sufrir una herida física nuestro organismo pone en marcha a los glóbulos blancos que arrastrarán las células muertas y atacarán a las posibles bacterias que puedan colarse por la herida, y así poder iniciar la fase de restauración, del mismo modo nuestras heridas emocionales también pueden cicatrizarse gracias a esta nueva técnica.

 

¿Quién se puede beneficiar del EMDR?

 

            La amplia experiencia llevada a cabo con EMDR muestra que una amplia variedad de problemas pueden ser abordados con esta técnica, además del trauma. Desde aquellas personas que han sufrido experiencias traumáticas o experiencias dolorosas en el pasado hasta personas que hayan vivido situaciones traumáticas aparentemente de menor magnitud. Las consecuencias del trauma dependerán de la persona, del entorno afectivo y de la historia personal, así, problemas como el duelo no resuelto, apego, las fobias, el miedo, la baja autoestima, el déficit en habilidades sociales, miedo a hablar en público, la depresión, Trastornos de ansiedad, el dolor crónico, Trastornos disociativos, Trastorno en el apego, responden muy bien al tratamiento con EMDR.

Además de los adultos, los niños también se benefician de esta técnica, en casos de abuso, tratamiento de Estrés Postraumático, Trastorno de Ansiedad de Separación, Trastorno de Déficit de Atención con o sin impulsividad, fobias, duelo inconcluso, Enuresis y Encopresis y Trastorno en el apego.

 

¿Cuánto tiempo dura el Tratamiento EMDR?

 

            El tipo de problema, las circunstancias vitales, y la cantidad del tiempo pasado con el trauma previo, determinarán cuántas sesiones EMDR son necesarias. Un tratamiento típico dura 10 sesiones, a razón de una por semana. El método EMDR puede utilizarse dentro de una terapia “verbal” estándar, como una terapia complementaria con un terapeuta por separado, o como un tratamiento en sí mismo.

 

Bibliografía

Lescano, R et al. (2004). Trauma y EMDR: Un nuevo abordaje terapéutico. Buenos Aires. EMDRIA Latinoamérica.

Shapiro, F; Silk, M (2008). EMDR. Una terapia revolucionaria para superar la ansiedad, el estrés y los traumas. Barcelona. Ed. Kairós.

Shapiro, F (2004). EMDR. Desensibilización y Reprocesamiento por medio Movimiento Ocular. México. Editorial Pax México.

Van der Kolk, B (2002). “Más allá de la cura por el diálogo: Experiencia somática, improntas subcorticales y tratamiento del trauma”, Shapiro, F  (2002) EMDR: Promesas para el desplazamiento de un paradigma, N.Y., APA Press, 2002.

Echeburúa, E (2004). Superar un trauma. Madrid. Ed. Pirámide.

Link de la Asociación Española de EMDR:
www.emdr-es.org